PÉRDIDA
- jramonvera
- 7 dic 2016
- 2 Min. de lectura

Supongo que a todo el mundo le llega un momento en la vida en que se las tiene que ver con la muerte. Algún familiar directo, algún amigo, alguien que se va y te deja el cuerpo como si el caballo de Atila se hubiera montado un tablado flamenco en él. ¿A eso se referían los adultos cuando hablaban de pérdida?
Para mi desgracia, ha llegado ese momento esta semana. Supongo que puedo considerarme afortunado por haber llegado a casi los 40 sin tener que llorarle a nadie. Ya había enterrado a 3 abuelos, pero eran mayores y estaban enfermos. He visto como amigos míos perdían seres queridos, muy queridos y aunque me moría de pena no podía llegar a pensar que "eso" dolía tanto. Nunca fui sentimental ni pasional, mi mujer dice que soy un robot. Ahora he caído en la cuenta que las máquinas no engordan ni pierden pelo. Soy humano. Siento, padezco y sufro...y es una puta mierda.
Se ha ido mi tío Isidro. El patriarca de mi familia Vera. El serio cachondo, el gruñón simpático, el cabezón. De entre mis tíos, eres (utilizo el presente porque necesito utilizarlo) al que más me parezco, y no solo físicamente. No sabría decir la razón pero siempre lo he pensado. Con el que más cosas tengo en común es contigo y me encanta parecerme a tí, la verdad. Una vez el abuelo me dijo que yo era de sus nietos, el que más se parecía a su padre, y ya eso me parecía extraordinario sin haberlo conocido. Imagínate parecerse a tí también. Solo espero no haber heredado también tu ácido úrico.
Estos últimos días, hablando con la familia, nos han venido a la mente muchos recuerdos sobre tí. Nos dejas muchas cosas. Enseñaste a abrocharse los cordones a Ramón, le hiciste una cocina nueva a mi madre en tus vacaciones, le has alegrado la jubilación a mi padre en sus primeros meses, etc, etc, etc, etc y miles de etcs. Yo, siendo más egoísta, me quedo con que eras el padre de Marián e Yllo (De Edu también, claro, pero no estaba en mi infancia). Mi Marián y mi Yllo, que están rotos y a mí se me parte el alma al verlos. Me distes dos compañeros de juegos en mi niñez, casi nada. En el caso de Marián, además, una hermana mayor. Ahora los dos te necesitaban más que nunca, sus hijos necesitan un abuelo... no a cualquier abuelo, necesitan a mi tito Isidro.
La iglesia estaba a petar el otro día para despedirte. Ser un buen hombre, un gran amigo y un referente familiar, tiene estas cosas. Si a esto le añades tu lucha a favor de los trabajadores y tu mano izquierda (la tonta) para torear con las injusticias, hacen que centenares de personas se juntaran para darte un último adiós. ¿Como no se te iba a joder el corazón si tenías tanta gente dentro de él que no te cabían?
Le dejas un marrón importante a mi padre, dejándolo de "nuevo" patriarca. Has dejado bien alto el listón.
P.D: De mayor, quiero ser como tú
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