top of page

Ikea y yo

Mi idea era hoy hablar sobre el relevante papel de los electroencefalografistas en la sociedad actual... sobretodo, claro, para los que tienen hiperpnea y estimulación luminosa intermitente. Pero creo que será mejor hablar de la otra gran exploración neurofisiológica de actividades bioléctricas cerebrales basadas en el sueño. Sí amiguitos, lo habéis adivinado, hoy voy a hablar de IKEA, lo mejor y lo peor que le ha pasado a la gente que, como yo, no tienen dinero para muebles buenos ni repajolera idea de bricolaje.

Fue hace mucho tiempo, el sr. Dédalo construyó en Creta un laberinto y metió en él a Asterión, un minotauro de la ganadería de Minos. Años más tarde Teseo se metió en él para matar al bicho, pero tuvo la prudencia de ir dejando un hilo para saber por donde debía volver a salir. Un montón de años más tarde, el hombre hace coches que aparcan solos pero es incapaz de hacer como Teseo cuando van a Ikea, quedando así atrapados dentro hasta que una de las chicas de la limpieza lo encuentra moribundo en la penumbra de la noche y lo saca fuera, aprovechando que va a tirar la basura.

Ojo, esto es una simulación científica genérica. No está solo basado en hechos reales protagonizados por mí, que solo he ido a Ikea una decena de veces y que en solo dos de ellas he llorado. Todo está basado en lo que ha visto y oído mi equipo de investigación y yo las veces que hemos tenido que ir a comprar mierdas para nuestra oficina.

Por si hubiera alguien que no sabe como va, hago resumen:

Entras. Coges un mini-lápiz, un metro de papel y haces un Alfredo Landa, babeando tras las suecas (en este caso, cosas suecas), te pones a mirar armarios como si no hubiera un mañana, como si nunca hubieras visto uno. Cuando crees que todo ha terminado... hay cocinas. Cuando estás ya hasta la polla de complementos para los armarios de la cocina, encuentras sillones, camas y colchones. Paras en el bar a comer. Sigues. Te dice tu pareja que hasta aquí todo era para mirar, ahora hay que comprar. Mini-infarto. Coges un carro y lo llenas de cosas de ajuar, cosa que te la pone menos dura de lo que tu cónyuge cree. Piensas: ¿cuantas clases de vasos necesita un bípedo medio? pero no hay respuesta. Sigues. Con el carro lleno de las 2000 cosas que más necesitas en esos momentos llegas a la zona de recoger los armarios desmotados. Consigues meter a presión, entre dos plantas y los 28 marcos de fotos que llevas en el carrito, los 2 valnöt skit y un kopoøp precioso. Pagas y pasáis de largo por la tienda de comestibles suecos que hay al final, el único sitio donde tú te hubieras parado de buena gana, mientras una lagrima recorre tu rostro buscando, taciturna, estamparse contra el suelo.

Y ahora, al llegar a casa... A montar!! Planazo!!! Menos mal que has engañado al PIB Sueco y te has quedado tres de sus mejores metros de papel y 5 de sus minilápices...y eso lo compensa todo, esto es así. Mis briconsejos de hoy son que no te comas la cabeza si te sobran piezas, con la mitad ya debería valerte, y que siempre hagas caso a tu pareja si quieres seguir viviendo después de montar una estantería sueca. De nada.

Volvamos a la tienda: la cosa consiste en apuntar las referencias de los muebles que le gustan a tu acompañante para recogerlos al final de todo, pero cuando vas a buscarlos resulta que te has comido al menos tres ö y un å. A ti te la pela llevarte una mesita en lugar de un espejo, pero no mandas tú, así que vuelves a hacer tooooodo el camino al revés, parando de nuevo en la cafetería, hasta volver a apuntar correctamente la referencia. Referencias, ya que estoy, que nada tienen que envidiar a las de los wifis en lo que a maldad se refiere. Vuelves con la referencia bien cogida, pero tienes que hacer noche en la sección de sofás y, con la excusa de probarlos, cierras los ojos durante unos 10.000 segundos. Vuelves al camino y coges más vasos... y una alfombra de la república independiente de tu casa, ya que estás.

Otro tema a tratar es el de las discusiones. Si tu pareja quiere ir a Ikea, hazte el muerto o acabaréis a gritos... Con cortinas nuevas, eso sí, pero a gritos. No hay nada que ponga más a prueba la salud y la fortaleza de un matrimonio que una mudanza o un sábado en Ikea. Uno, se volverá loco y querrá mirar todo lo que hay, haciéndote 1000 preguntas sobre si las cosas pegan o no con las fundas del sofá. Si sois como yo descubriréis, atónitos, que vuestro sofá tiene colores un día que vayáis a Ikea. El otro estará callado, apoyado en el carrito, tratando de poner los "sí" , los "no" y los "no sé" en el sitio correcto mientras ve como su pareja mueve los labios. Este último hace pagar a sus hijos los platos rotos, echándoles broncas cada vez que preguntan si falta mucho (lo que te gustaría preguntar a ti) o cada vez que tocan algo (lo que lleva haciendo el otro adulto toda la mañana). Esto acaba en que la persona que quiere estar allí le dice al otro "anda que vas a ayudarme, para una vez que te pido que me acompañes..." y el otro, el que preferiría haberse ido a jugar a pádel, piensa "mecagoenmipitavida!! para una vez, dice...". Los niños, claro, aprovechan esta discusión para joder, con sus gritos y sus movimientos, al típico calvo gordo que ha ido a Ikea con la mejor de sus sonrisas.

Ya estás para pagar y aún no ha salido Coque Malla a cantar "No puedo vivir sin ti". Lloras... Otra vez. Menos mal que puedes limpiar tus lágrimas con cualquiera de las etiquetas industriales de alguno de sus productos. Allí he visto toallas con etiquetas más grandes que la propia toalla, lo que es francamente desconcertante. Con las etiquetas de tres peluches puedes hacerle un traje a Pau Gasol.

Si sales vivo de allí... si sales sin los papeles del divorcio... si sales sin vasos... si sales... Eres un héroe, no lo olvides.

PD: ahora ya lo puedo decir, la semana que no hubo reflexión fue porque había enviado a Roger Wilson a Ikea a por mini-lápices un par de días antes. Cuando me llamaron para ir a buscarlo, el lunes siguiente, estaba en la muestra de casa de 20 metros cuadrados que tienen en la tienda, meciéndose y mirando al infinito. Quiero pedirle perdón públicamente a Ikea por todo aquel incidente y agradecerles su discreción.

PD2: esta reflexión puede contener trazas de realidad. Ningún mini-lápiz resultó herido en el transcurso de la investigación... Por desgracia, no podemos decir lo mismo de los metros de papel.


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page