COMIDAS NAVIDEÑAS
- jramonvera
- 26 dic 2017
- 5 Min. de lectura
Este viernes me gustaría hablaros de la pesca de arrastre de fondo pero no os veo preparados para un debate a muerte al respecto, así que voy a hablaros, con todo el dolor de mi corazón, de las COMIDAS NAVIDEÑAS que tan terriblemente cerca están.
Las comidas navideñas son aquellas comidas en las que comes más de lo que debes, bebes más de lo que puedes y te juntas con toda la familia. Precioso todo... ¿o no?
La respuesta correcta es No
Nada más verme ya se deduce que llevo muchas comidas navideñas encima, a las que si sumamos otras reuniones familiares (tengo familia para aburrir), me convierten en un experto en la materia. Es posible que experto no sea la palabra correcta, quizás debería decir que soy una especie de Dios. Como me gusta arrojar luz allí donde solo llega la penumbra, he decidido compartir con vosotros varios consejos. En realidad me estoy tirando piedras en mi propio tejado porque es posible que mis hermanos y cuñados lean esto y pierda mi posición de privilegio en la mesa, pero así somos los altruistas...muy tontos. Empezaré por instruiros en el noble arte de comer:
Es básico sentarse en el sitio correcto de la mesa. Es media batalla...¡y no hay reglas!. No me vengáis con lo de sentarse al lado de la pareja o con los que tienes más confianza. Nada. En 15 minutos todos estarán con el móvil y da igual quien tengas al lado o enfrente. Es más, sentarse al lado de tu mujer o de tu hermano puede perjudicarte, puede distraerte de tu objetivo, que no es otro que acabar la noche con Omeoprazol, vichy y entre dolores de barriga que solo pueden augurar muerte. Recuerda que no hay rival pequeño y que todos son contrincantes, ellos no van a perdonar la última gamba solo porque compartáis ADN o cama. Por lo tanto debes ir a por el sitio bueno, que no es otro que en medio de la mesa, ligeramente escorado y en el lado opuesto al que esté la cocina. ¿Por qué? Porque la logística es caprichosa. Está científicamente demostrado que si te sientas en una punta de la mesa, todo lo que te gusta de picoteo, está en la otra parte. Esto es así. Sentándote en el centro tienes acceso a todo...¡pero ojo!, si estás muy en el medio puedes caer en la trampa del "puedespasarme?" y te pasas toda la comida subministrando alimento a tus rivales, mientras que a tí no da la vida para pelar un langostino. Por eso hay que escorarse un poco, para llegar a todo sin que te molesten. Lo de sentarse en el lado opuesto a la cocina es también por temas logísticos. Es preferible que seas tú quien diga "¿puedes ir a la cocina a traerme una Cocacola? Es que yo no puedo salir" a que te lo digan a tí. Los que tenéis familias numerosas y/o casas pequeñas sabéis de que hablo. El "no puedo salir" puede haceros tener una noche plácida.
Es importante también no perder tiempo enseñando a tu abuela a decir bien "cocreta", no jugar con los peques de la casa, no zappear buscando algo digno en la tele, no preguntar "¿Ayudo a algo?", no discutir con tu suegra sobre quien hace mejor el cordero lechal, si ella o tu madre, no discutir de política (admitámoslo, este mundo ya no lo salva ni Dios) y sobretodo no pelar las gambas con los cubiertos. Todo esto podría despistarte y te puedes quedar sin centollos. Ante todo, ¡concentración!
Otro tema importante es el de por donde empezar a comer. Algunos, los que no piensan las cosas antes de hacerlas, suelen empezar por lo que más les gusta. Error. Hay que seguir las tres leyes de la termodinámica culinaria familiar (Las TCF de toda la vida). 1° ley: empezar por las cosas que le gustan a los niños antes de que estos arrasen con todo. El foie y los escamarlanes pueden esperar. 2°ley: continuar con lo que tienes más lejos para que al final, cuando tengas que desabrocharte el pantalón, puedas acceder a lo más cercano con total comodidad. 3° ley: no comas pan, es una trampa. Quieren que te empaches para que sobre comida. Recordad también que siempre tiene que quedar un rinconcito para el postre, el café, los polvorones, los bombones, los turrones y varios kilos de colesterol en forma de etc, así que tranquilos, tenéis toda la noche. De vez en cuando, y siempre que tu hermano también lo haga, respirad.
Si con el café pides sacarina, además de echaros unas risas, siempre os quedará la conciencia más tranquila para seguir atacando los dulces.
BEBER: en mi condición de abstemio pocos consejos alcohólicos puedo daros, salvo que es mentira que no brindar con Cava de mala suerte. Mi mujer brinda y le gobierna el PP como a mí, que no bebo. Quizás solo deba daros dos consignas para vuestros pocos familiares que decidan no beber (embarazadas, tontos con suerte, octogenarias y niños menores de 12 años, básicamente). La primera es que no le digáis que se moje los labios con champán para brindar. Está muy bien decírselo a una criatura de 13 años pero cuando tienes treintaitantos es raro y acabas muy hasta la polla de la frase (eh, papá?). La segunda consigna es que si bebes alcohol pienses que cuando tú estés cansado, cuando te de el bajón, tu familiar que no bebe hace 4 horas que está hasta los cojones de todo. El vino, la cerveza y el cava os distorsionan la realidad y los tiempos que tenéis en vuestras cabezas. Cuando pensáis que son las 3, son realmente las 7. Pensad en los abstemios, ellos jamás os harían eso.
FAMILIA: el término familia es muy bonito y entrañable, lo malo es cuando piensas que en estas comidas no vas a ver a la familia, sino que vas de "cuñaismo". El cuñaismo es el hermano maquiavélico de la familia. Es un ogro que se te mete dentro y que te dice cosas al oído...cosas malas. Si tienes que reír forzosamente los chistes, si te muerdes la lengua cuando sale un tema político o futbolero o si tienes que aguantar estoicamente que se vea Tele 5 en lugar de lo que tú quieres ver, no es familia, es cuñaismo. Pero como el 75% de la población es imbecil, aceptamos pasar por el aro y vamos a casa de los "cuñaos"... O peor, les invitamos a las nuestras, para que el marido/esposa de tu hermana/o, que es facha/independentista se coma el último roscón de vino, que es el único polvorón que te gusta a tí. Algo nos mueve en estas fechas a reunirnos con gente que no podemos soportar el resto del año. Generalmente, lo que nos mueve es nuestra pareja, que nos obliga a ir. No conozco a nadie que no prefiera estar en su casa, en pijama, viendo tranquilamente el discurso del rey en lugar de hacer el tonto con la botella de anís del mono mientras le da al ande, ande, ande, la marimorena. Admitamoslo, nos hemos dejado llevar por un engendro fruto de una relación consanguinea, con lo que eso representa, entre las películas de navidad de Antena 3 que ponen desde octubre y el concepto de familia de Padres Forzosos, pero esto...amiguitos...es España (o pon aquí el país, comunidad autónoma o región que quieras) y aquí Papa Noel es un gordo engominado, con palillo en la boca, votante del PP, que cobra y paga en negro y que está totalmente incapacitado para los milagros que no se pueden comprar, como lo es el milagro de unas felices fiestas llenas de cenas familiares.
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