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Los adolescentes y yo

  • Foto del escritor: jramonvera
    jramonvera
  • 6 abr 2018
  • 4 Min. de lectura

Bienvenidos al viernes. Hoy quería hablar de esos encapuchados del Ku kux klan que se pasean por ahí con judíos crucificados en semana santa pero alguien me ha dicho que esa aberración es importante para mucha gente y me voy a callar, no sea que empiecen a crucificar a los gordos también. Por ello, cambiamos de tercio y nos ponemos el mono de trabajo para sumergimos en un mundo infectado de pus y virus mentales. Un tsunami que destroza toda la vida que hay alrededor. Sí amiguitos, hoy voy a hablar de la ADOLESCENCIA, esa tara hormonada con forma humanoide y cerebro en forma de pared de frontón.

A un adolescente se le reconoce fácil. Son esos seres que caminan por la vida tropezando cada pocos metros. Tienen los pies, la nuez (quien la tuviera) y la nariz exageradamente desarrollados y pelusa en el bigote. Si profundizas un poco y arriesgas tu tiempo y tu paciencia en hablar con ellos es posible que, si hay confianza te ladre y, que si no la hay no merezcas ni que levanten la vista de su móvil. Son, en definitiva, como los ñus: sucios, apestosos, con cara difícil y se pasan todo el día bramando.

Su hábitat natural es su habitación, con la puerta cerrada y los cascos puestos. Hace años oían música, hoy también pero alternándola con la más chunga de todas las drogas, los videos chorras de youtube. En mi época, el adolescente cerraba su puerta para cascársela y no ser molestado. Todo el mundo sabía qué hacías en tu cuarto (las manchas de las sábanas... esas chivatas) pero nadie resultaba herido... ciego quizás, pero nunca herido. Hoy día cierran la puerta para no ser molestados mientras juegan a la play, mientras se regocijan en su propio hedor, para perrear haciendo videos para instagram o imitar a sus youtubers favoritos haciendo retos o la polla esa que se suponga que hacen los youtubers, que ya os digo que ninguno tiene un Nobel en física. No se la pelan. ¿Qué pasa? Que no alivian tensiones y las descargan (la tensión, digo) contra todo aquel que trata de recoger calcetines desparejados de su habitación o les preguntan cómo les ha ido el día.

Bueno, va, sí, también se masturban, pero no es su actividad principal ni lo que más les gusta hacer, incomprensiblemente.

Hay personas que creen en la existencia de adolescentes estudiosos, ordenados, trabajadores, obedientes, alegres, cariñosos y respetuosos. Leyendas urbanas la mayoría... A ver, si tu hijo es así no te asustes, es posible que no le pase nada raro, aunque una visita al médico no estaría de más. Lo normal es que su habitación esté hecha un cristo (ropa debajo de la cama y ropa interior sucia en su mesita, por poner solo dos ejemplos), que se olviden de hacer los deberes, pasen por nuestro lado sin saludar, rechacen besos y abrazos, se avergüencen de sus padres y prefieran contar sus secretos a un desconocido que a su familia. Si tienes un hij@ que hace eso ya puedes darlo por perdid@, búscate otro.

Después está su forma de vestir, de hablar o la música que escuchan. Una forma de expresión, dicen. Una forma de encontrar su personalidad o su forma de ser... ¡una polla! ¿Pero qué personalidad? ¡¡¡si van todos iguales!!! Visten todos igual como hacen otros entes de gran personalidad como los hare krishna, los soldados o los curas. Las chicas van con el pelo suelto largo, tejanos y sudadera. Los chicos con pantalones que llegan a la mitad del culo por arriba y a la mitad de la espinilla por abajo (¡¡¡sin calcetines!!! Pero por Dios, hay que buscar la personalidad sin coger la gripe ¿no?) y gorra grande superpuesta. De espaldas no distingues a tus hijos de cualquier otro. Si han encontrado de esta forma su modo de expresarse se darán cuenta de mayores de que se expresaban con el culo.

Lo que está claro es que en la pubertad tienes atrofiada la mente. Ahí están las estadísticas para comprobarlo. En mi época llenabas las carpetas de "poemas" de la Superpop y fotos de ¡Glen Medeiros o Sabrina! Y si Dios no nos exterminó entonces fue para hartarse de reir luego, cuando tuvieramos hijos que escucharan a Maluma, adoraran a Rubius, se pasaran la vida posando para el sr. Instagram o fueran en pantalón corto y anorak (sí, los he visto).

Para acabar, voy a daros un consejo como científico y padre de pre-adolescente que soy (por favor que alguien me pegue un tiro ya para dejar de sufrir). Desde que a vuestros hijos les salga el primer pelo en el sobaco hasta los 20 años, haceos el muerto. No es lo más maduro, lo sé, pero es la única forma de no salir con un aneurisma cranoencefálico del esfuerzo de retener tus ganas de matar a tu propio hijo. De nada.

PD: esta reflexión puede contener trazas de realidad. Glen Medeiros no ha sufrido daño en el transcurso de la investigación.


 
 
 

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