Los viajes en avión y yo
- jramonvera
- 21 may 2018
- 5 Min. de lectura

Dice el diccionario que la anáfora es una figura retórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de un verso o enunciado. Pues bien, después de esta gilipollez en forma de clase magistral, voy a hablaros de la actividad más estresante que existe pero con la que todos hacemos ver que disfrutamos. Sí amiguitos, hoy voy a hablar de VIAJAR, una de las tres mil activivades que empeora mucho cuando lo haces con adolescentes, niños o cualquier otro animal de compañía.
Desde antes de la época en que los extraterrestres construyeron las pirámides de Egipto, el hombre siempre ha buscado excusas para viajar: que si no quedan más diplodocus para comer en esta zona, que si nos casamos y vamos de luna de miel a Bali, que si los nazis quieren invadir Polonia, que si voy a una reunión de negocios con mi secretaria, etc. Cualquier excusa parece buena... Hasta irse de vacaciones con la familia he llegado a escuchar alguna vez.
El caso es que nos gusta viajar ¿por qué? Pues por la misma razón por la que "nos" gusta la playa o las fiestas populares, porque somos una raza inferior a, por ejemplo, los osos o las amevas. Y además, porque somos gilipollas.
Sin contar preparativos previos en forma de organizar rutas y apuntar cosas para ver, el viaje empieza haciendo una maleta. Viendoos hacer la maleta todo el mundo diría que tu mujer y tú vais a sitios distintos. Tú, 5 camisetas, 5 calzoncillos, 1 pantalón y unas chanclas. Ella, 5 mudas, 5 mudas de si hace frío, 5 mudas por si hace mucho frío, una rebequita por si refresca, un botiquín por si tenéis que curar a la mitad de China, botas, deportivas, chanclas, zapatos de tacón, ropa tuya por si tú pierdes la maleta, un neceser que necesita 2 sherpas para llevarlo y ningún picardías. Por la razón que sea, a la hora del transporte, ella lleva tu maleta y tú la de ella que pesa 10 veces más. Eso sí, los sherpas llevan el neceser.
Hacer en coche viajes largos es tal abominación que atenta a los derechos humanos, por eso no voy a hablar sobre ellos. Viajar en barco no suele ser lo habitual y menos si vas a Soria a veranear, así que me centro en los viajes en avión.
Viajar en avión es poner tu vida en peligro y no hablo del riesgo a caer envuelto en una bola de fuego y hierros que se estampa contra el suelo a gran velocidad, no... Eso es lo de menos. Lo peor viene antes:
Te levantas a las tres, para salir a las 4, para llegar a las cinco porque tu avión sale a las 7. Siempre viajarás con algún listillo que te dirá que lo de llegar 2 horas antes es orientativo pero tu cerebro no funciona así, y decides plantar a toda tu familia 3 horas antes del vuelo. Por supuesto, has hecho hipermegamadrugar a algún familiar para que te lleve porque el tren madruga menos y no puedes esperarlo. Facturas una maleta gigante que pasa del peso reglamentario y has de abrirla para sacar el jamón y las latas de atún que tienes que llevar a Londres porque crees que allí puedes morir de hambre. Como alguien te había dicho que retractilaras la maleta para que nadie te la abriera pues tú lo hiciste, sin pensar que quien iba a abrir la maleta eras tú. Tardas 12 minutos y la gente se impacienta en la cola. Les dejarías pasar pero solo te queda 2h y 34 minutos para embarcar y no puedes ir dejando pasar a la gente. Lo consigues, peso correcto. Pasas de pantalla.
Te diriges al control de seguridad. No llevas drogas ni armas, pero estás tenso. Recuerdas aquella vez en NY que al pasar la aduana un tipo de 2x2 te pidió que le acompañaras a una sala donde te iban a hacer una preguntas... Aunque esta vez no lloras ni te meas encima. Pasas las cosas por el escaner y atraviesas el arco. Pita. Te quitas el cinturón. Pita. Te quitas las gafas. Pita. Te preguntan si tienes alguna placa o tornillo metálico en tu cuerpo y dices que no. Pita. Te quitas los zapatos. No pita. Respiras mientras una chica uniformada y supermaja te dice que a quién coño se le ocurre llevar botas con pasadores de metal al aeropuerto. Lamentas no haber mirado las instrucciones del aeropuerto, pero pasas pantalla.
Una vez dentro, con 2h y 21 minutos solo por delante decidís ir a desayunar. Al pagar ves que te cobran como si fueras guiri y se lo dices al simpático camarero con cara de hacerle superfeliz madrugar para poner cafés a 4 euros, pero te dice que te jodas y pagues, que para él, que es de Albacete, todos somos guiris. A tu señora le han quitado el agua los de seguridad porque no pueden subirse al avión envases de líquido de más de 100 ml así que como sois unos malotes os compráis una botella de litro y medio de agua (a 8 euros el litro aproximadamente) con la que sí se puede subir al avión. Sois unos genios del delito, habéis burlado la seguridad del aeropuerto... Jajajajaja (risa malvada). Pasas pantalla.
Solo hora y media para embarcar y todavía no habéis comprobado si vuestro equipaje de mano entra en las medidas establecidas con unas estructuras metálicas que hay por ahí. Por descontado no pasan, y eso que en casa lo medisteis todo al milimetro. Fibrilas. Mucho. Tu mujer te convence para que os hagáis los suecos aunque lo que te pide el cuerpo es irte a tu puta casa y dejar Londres para los ingleses o los turistas "perfectos" con maletas de medidas "perfectas". Hora y media de hacerse el sueco fibrilando es duro. Si te tomas 3 cafes a 4 euros en ese rato, más todavía. La hora de embarcar. Sudas. Te van a pillar, te dice tu voz interior. Solo queda una persona delante tuyo. Estás a punto de que se te jodan las vacaciones por dos centímetros de mierda. Tu turno... ¡Ni han mirado la puta maleta! Tanto protocolo, tanta seguridad y subes al avión con una botella grande de agua y una maleta que rebasa las medidas ¿Pero esto qué mierda es? ¡¡Si hasta dejan subir niños!! Enojado, pasas pantalla.
Indignado, vas a tu asiento, pones tu maleta en el compartimento de arriba donde, por supuesto, cabe perfectamente y te dejas caer pesadamente en un asiento hecho para gente que abulta la mitad que tú. Justo cuando se sienta otro desconocido de 100 kilos al lado tuyo, en la parte del pasillo, te acuerdas que en la maleta va tu diversión en forma de Marca, Ipad, chuches y la novela "Autocompasión de un Tonto con Suerte" que tanto te han recomendado. Has de acceder a ella. El pasajero se levanta cordialmente pero su cara refleja que le estás dando el viaje y eso que aún no habéis despegado. Tu mujer, cuando estáis cogiendo altura con unos temblores y un ruido que solo pueden presagiar muerte dolorosa, te dice contenta que qué placer da viajar y que tenéis que hacerlo más. Entonces es cuando empiezas a recitar como un mantra que ojalá se estrelle el avión. Caer en una bola de fuego y hierros sobre una montaña picuda te parece ahora mismo un planazo... Incluso, sobrevivir al accidente y que el resto de supervivientes decidan comerte, como en "Viven", te parece un planazo.
PD: esta reflexión puede tener trazas de realidad. Ningúna azafata murió en el transcurso de esta investigación... Bueno, a lo mejor alguna, en Ohio o en Argamasilla de Calatrava la ha atropellado un coche mientras investigábamos pero eso no es culpa nuestra.
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