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El proceso creativo y yo

  • JR Vera
  • 29 may 2018
  • 5 Min. de lectura

Hoy es un gran día para hablar acerca de la importancia de la rúcula y el canónigo en las transacciones económicas de oriente medio y su importancia en el extraperlo de armas a nivel mundial, pero reconozco que esta vez me he quedado en blanco. Asi que me agarro a esta idea, la de no conseguir exprimir ni una gota de materia gris de mi cerebro, para hablar de ¡Rajoy!... Tranquilos, es broma. Hoy voy a hablaros de eso que faltó en el último capítulo de Perdidos (Lost para los que les guste anglosajonear). Sí amiguitos, hoy voy a hablaros del PROCESO CREATIVO.

Tal y como viene reflejado en los libros de historia, Dios, al séptimo día, se quedó sin ideas y en lugar de crear los helados de anacardos o la pirólisis para los coches, no hizo nada. ¿Por que? Porque no hizo un proceso creativo como Dios manda, cosa que es ciertamente perturbadora y desconcertante.

Podría hablaros del Proceso Creativo en general o el del gazpacho, que es el que más domino, en particular, pero no. Voy a iluminaros sobre el proceso creativo a la hora de escribir. Mi equipo de investigación y yo hemos determinado las siguientes fases y las hemos adornado con bonitos ejemplos.

1.-Iluminación (o epifanía): que se te ilumine la bombilla es básico. Hay que saber qué quieres crear. En este caso vamos a crear un libro... Una novela negra sobre una bombera con gafas que resuelve homicidios con la ayuda de un cerdo vietnamita que responde al nombre de York.

2.-Cuento de la lechera: Sí amiguitos, hasta allá donde os llegue la vista todo lo que veréis será el dinero que voy a ganar con este libro. El pulitzer, el Nobel e incluso el Grammy al mejor audiolibro son mios. Reconocimiento y oro, ¡qué gran combinación!

3.-Lluvia de ideas: el Brain storming de toda la vida. Es la mejor fase de todas. Te tumbas en el sofá a pensar en voz alta y a soltar ideas chorras como que York es un doble agente que trabaja para la KGB o que la bombera tiene un trauma de pequeña y no puede decir la letra o, lo que dificulta mucho sus dialogos con York.

Es una fase muy parecida a cuando estudiabas, pero sin libros. Es decir, tu lluvia de ideas es lo que transcurre entre una paja y el asalto a la nevera. Por cierto, se me ha ocurrido que el novio de la bombera podría ser un sacerdote heterodoxo, jugador de padel, pirómano, alérgico al cerdo y excombatiente en la guerra de Vietnam, lo que dificulta mucho su relación con la bombera y su cerdo... ¿Veis? Una buena lluvia de ideas, como esta, es oro puro. Es, en definitiva, una lluvia dorada.

4.-Preparación: la peor fase de todas. Hasta este momento solo divagabas pero ahora hay que ponerse a trabajar. Recoger las ideas que tu cerebro ha dejado tiradas en el suelo y montarlas en forna de puzzle para dar sentido a la historia, buscarte un buen camello (abierto 24h) de alucinógenos y de café por si tienes que tirar de drogas, vaciar los ceniceros porque sabes que volverás a llenarlos y buscarte una buena musa. En este caso tiraremos de un clasico y elegimos para dicha misión a Maribel Verdú. Las hay mejores, seguro que sí, pero ella nunca te ha fallado.

5.- Documentación: si eres tan gilipollas como para hacer novela histórica, te vas a hinchar a documentarte. En mi caso esto no va a pasar. Si eres vaguete como yo es mejor escribir Ciencia Ficción, ya que te puedes inventar las cosas sin tener que investigar. Aún así, siempre hay que mirar cosillas para no meter mucho la pata. Por ejemplo: ¿puede una bombera llevar gafas? ¿Los nombres de pila de los cerdos vietnamitas van con mayúsculas? O ¿cómo puede un cerdo vietnamita ayudar a resolver crímenes sin resultar muy pedante?

La respuestas a estas preguntas y todas las del universo están en la wikipedia, el gran oráculo.

6.- Creación: escribir, escribir y escribir. Crear, pelearte con el Word, escribir más, que los personajes adquieran vida propia y que no te respeten, agujerear la pared a cabezazos, transladar dialogos enteros de pelis de Tarantino a una estación de bomberos... Nadie dijo que fuera fácil.

7.- Corrección: quien inventó esta fase era un cabrón que no cometía faltas ortotipográficas, sino de qué. Si en la creación hay que estar ebrio en la corrección hay que estar sobrio, por eso muchos acuden a alguien para que se lo haga, para poder beber. Esta fase es un como el final de un túnel que nunca llega, así que ponle fin en algún momento. Jamás se ha escrito nada sobre perfeccionistas (consejo gratuito).

8.-Finalización: esto también mola. Poner un título es importante. Es tu carta de presentación y mucha gente decidirá comprar tu libro, o no, por él. En nuestro ejemplo habría que huir de títulos como "Mi cerdo York me ayuda a resolver casos" que es, asumámoslo, una mierda. Yo tiraría de algo así "York, la pata ibérica de la ley" o "Los muertos saben a jamón de York".

En la dedicatoria pon también algo chulo y original. Prohibido poner "para ti, churri", demasiado manido. Mejor algo así: "A todos los cerdos vietnamitas" o "Para Maribel. Si Dios fuera justo tú serías mi bombera con gafas"

Portada: sin duda lo más importante del libro. Poner tetas siempre ayuda a vender, eso está claro, pero si decides tirar por el buen gusto (te irá fatal, aviso) puedes buscarte una foto chula de un paisaje que nada tenga que ver con cerdos o bomberos.

9.-Frustración: llevas meses mandando el manuscrito a editoriales y lo mejor que te han dicho es que solo aceptan novela romántica... ¡pero joder! haces una versión de tu novela en la que hay una historia de amor entre una bombera con gafas y un cerdo vietnamita y tampoco la quieren. Te están tomando el pelo claramente. Tampoco tienes dinero para autoeditarte porque lo poco que tenías lo invertiste en un paquete de kleenex y dos longanizas para la fase de la lluvia de ideas.

10.- Putrefacción: tu carrera como escritor ha muerto. Larga vida a tu carrera como director de cine. Ser director de cine es fácil si haces un proceso creativo como Dios manda. Y si no funciona, te haces músico... Y así hasta que tienes hijos, tus neuronas creativas implosionan buscando formas de hacer que tus vástagos dejen de llorar y acabas incrustado en el sofá, pasivo totalmente, viendo telecinco.

PD1: Sé que os estáis preguntando cómo llamaba la bombera a York si no podía decir la letra O. Le llamaba Charly, como llaman los americanos a todos los cerdos vietnamitas.

PD2: Esta reflexión puede contener trazas de realidad, cualquier parecido con la realidad es mera casualidad. Ningún sacerdote heterodoxo sufrió daño alguno en el transcurso de esta investigación


 
 
 

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