Las colas del super y yo
- jramonvera
- 14 jun 2018
- 5 Min. de lectura
En este mundo de contradicciones y cosas perturbadoras solo hay dos cosas que tengo claras. La primera es que hacer bricolaje es una mierda, la segunda es que el hombre es lo peor que le ha pasado a la humanidad, peor incluso que comer pizza 5 minutos antes de dormir. Me agarro a esta última premisa, la de humanos malos para los humanos, para hablar de las personas a las que más temo en este mundo. Sí amiguitos, hoy voy a hablaros de las SEÑORAS DE LAS COLAS DEL SUPER. Suelo fantasear con un mundo donde las personas de bien persigan con hoces, horcas y antorchas a semejantes monstruos.
Como esto es ciencia objetiva voy a dejar a un lado mis subjetivos traumas infantiles y no voy a hablar de esas madres que abandonan a sus hijos en la cola del super y se van a por algo que se les ha olvidado. Los pobres ven como cada vez están más cerca de la caja, la cola avanza a un ritmo vertiginoso, ya casi les toca, su madre no está y ¡no llevan dinero ! ¿Qué le van a decir a la cajera? ¿les llevarán preso por no pagar?... En fin, repito, que no quiero hablaros de mis traumas... aunque a veces... A veces... Aún me parece oir a mi madre diciéndome "no te muevas de la cola... Ahora vengo". Y es verdad que siempre volvía, pero... ¡Bueno va! Vamos a la ciencia de una vez que con la medicación de ahora ya ni lloro ni me meo por las noches.
Mi equipo de investigación y yo hemos seleccionado lo peor de la fauna de las colas del super.
Llega un momento en la vida de todo humano en que tienes que ir a un super a comprar. Esto es así. Todo parece muy bonito hasta que llega el momento en que tienes que ponerte a la cola. Al ser una animal racional decides que vas a ponerte el último de la fila porque... ¡Joder!... Has llegado el último (toda la física cuantica se sustenta en afirmaciones menos contundentes que esta). Todo parece normal, hasta que aparece... ¡Ella! (Sonido de relámpago mientras un rayo ilumina el super)
No la ves venir. Se parece a una adorable ancianita a la que ayudarías sin dudarlo a cruzar la calle, solo que no lo es. "¿Quién da la ve'?" Pregunta. "Yo", respondo con la mejor de mis sonrisas a pesar de la obviedad, ya que estoy el último. "Vale, voy detrás de usted"... Y la muy hija de puta desaparece. Aquí es cuando una mariposa en Australia bate sus alas y acaba en un terremoto del copón en la escala Richter con epicentro en mi supermercado, lo que algunos se han empeñado en llamar afecto mariposa pero que Dios lo llama "Joder a Jose Ramón con inquina".
A los pocos segundos viene otra señora. ¿Quién da la ve'? Dice. Yo me vuelvo y le digo con la segunda mejor de mis ronrisas: "pues creo que yo, ha venido otra señora pero parece que se ha ido". De repente, un grito ahogado irrumpe en el super. Parece por la forma de gritar que alguien lucha por sobrevivir: "Voy yo detrás de este chico, él ya lo sabe " se oye al lado de la caja... Allá a lo lejos, en la lontananza. Sí, efectivamente, es la perra maldita que iba detrás mío. Me ha pedido la vez, me ha dejado tirado como una colilla y pretende que defienda su posición contra otras abuelitas psicópatas. Sin tiempo de responder veo como la mujer de delante deja su cesta con 3 cosas en la cola y va dando viajes para llenarlo, es decir, primero se pone en la cola y luego compra. Una profesional. Ya va por dos carros llenos. La que se supone que va detrás mío sigue hablando con todas las que están delante y me va mirando de vez en cuando con los ojos entornados. "Jose, no hagas contacto visual, que esta va a por ti", me digo. Me saca de la conversación mental conmigo mismo un adorable niño dándome golpes en los gemelos con la cesta de su abuela (la que le ha pedido la ve' a la que está delante). Con cierta gana le tirarías a la cabeza una lata de tomate triturado de medio kilo al grito de ¡viva Herodes! pero en lugar de eso sonríes otra vez a la abuela y le dices en tono simpático al niño: "cuidado campeón". 2 segundos más tarde te vuelve a dar y su abuelita no le dice nada.
Genial, ahora te entra un tic en el ojo.
Estás llegando a la caja después de 23 minutos y 17 segundos de cola. Aparece una nueva amenaza. Otra ancianita se pone a tu lado, sin pedir la ve', y empieza a hacer aspavientos, resoplar y decirse a ella misma, pero en voz alta, que qué larga es la fila y que ella solo lleva una bolsa de magdalenas y que tiene prisa. ¿A que no sabéis quien la oye? Sí, la bruja de detrás mío que está delante. "Pase, pase, señora. Seguro que a este chico no le importa. Solo llevas eso, es un momento". Pues sí me importa, señora... Pero no se lo digo. Simplemente miro los seis petitsuiss que llevo y me hago cruces. ¿En qué momento de la historia se decidió que una bolsa de magdalenas te eximía de hacer cola y un pack de 6 petitsuiss te obliga a hacer 25 minutos de esta? Total, que como no ven la úlcera sangrante que me están provocando, insisten en que debe pasar ella y yo la dejo por educación, por terminar cuanto antes esta tortura y porque no puedo matarla estando, como estoy, bajo fianza.
Por fin a alguien del super se le enciende la bombilla y abre otra caja. Pasen por esta caja en orden, dicen ¿Orden? Esto es la guerra. He visto abuelas lanzar su tacataca y correr como si les persiguiera el diablo o como si diesen comida gratis. Pero yo soy más joven, más rápido y tengo más cuerpo. Como la de delante tiene 2 carros y una cesta llena, corro a la otra caja donde otra abuelita solo tiene que pasar unos yogures de ciruela y unas galletas con fibra. Pues bien, la de los dos carritos, la que me pidió la ve' y la del nieto ya han pasado por la otra caja y yo sigo esperando. En otra jugada maestra del destino me ha tocado la fila mala, otra vez. La de la fibra no cagará bien pero el atasco que ha creado en la caja es mil veces peor. Primero porque no le pasaba ninguna de las 3 tarjetas y después porque ha empezado a sacar centimos del bolso para poder pagar y se ha pasado 11 minutos hasta reunir los 4,42 centimos que debía pagar repitiendole cada 7 segundos a la cajera si con las monedas de su mano ya le llega.
Llega el momento de pagar. "Sin duda, el mejor momento de todos" piensas mientras te dan 8 tiquets de papel y te cobran una bolsa de plástico.
El gobierno debería legislar estas cosas o acabaremos haciendonos daño.
PD: Esta reflexión puede contener trazas de realidad. Ningún ser humano ni ninguna abuela han sufrido daño alguno en el transcurso de la investigación.
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