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Las peluquerías y yo

jramonvera
23 jun 2018
5 Min. de lectura

Quiero aprovechar este espacio que me doy a mí mismo para insultar a todos aquellos que ven superdivertido tirar petardos. Después he pensado que si digo lo que haría con ellos estaría en la carcel, así que me lo voy a replantear unas semanas. Para compensaros voy a hablar del 50% de los negocios de mi pueblo. Sí amiguitos, hoy voy a hablaros de LAS PELUQUERÍAS. Fue hace un porrón de años, cuando la gente aún leía la biblía, alguien se dió cuenta que en esa antología de relatos se hablaba de un juez israelita llamado Sansón. Este fue el primero en pedir que le cortaran solo las puntas y, para su desgracia, también al primero con el que a la peluquera, de nombre Dalila, se le fue la mano. Para Sansón resultó un desastre porque perdió la fuerza pero para "Peluquería Los Filisteos" fue peor porque su negocio, ante tal neglicencia, se vino abajo, literalmente. Lección gratuita de Historia. De nada. Cuando yo tenía pelazo me gustaba ir a las peluquerías, pero era muy exigente con ellas. Solo entraba a las que estaba el interviu entre las lecturas para amenizar la espera ¿Artículos interesantes? Ni idea, yo buscaba tetas. Cuando la sociedad empezó a progresar y empezaron a verse mal las tetas en las peluquerías, me compré una moto para raparme la cabeza en casa. Quien me conozca se habrá dado cuenta que visito menos peluquerías que panaderías, pero eso no es obstáculo para hacer bien mi trabajo. Me hice pasar por uno de esos seres que todavía se cortan el pelo a tijera y fui a una peluquería unisex. Con todo el morro y tirando de sentido del humor les dije que a ver que podían hacer con mi "pelo", a lo que me respondieron un esperanzador "algo haremos". Unisex, para los de la Lomce, significa peluquerías para mujeres a las que se les permite llevar a sus maridos o hijos pequeños. Me siento en una silla a esperar mi turno... dos horas y media. Como no hay ningún interviu se hace muy larga la espera. El Hola es una revista obscena también, pero en plan aburrido y aseptico, su nivel de eroticofestividad es cero. Tampoco está el Marca así que me veo obligado a escuchar conversaciones ajenas... y no os lo vais a creer pero el cuñado del frutero de la Juani, la mediana de la señora Dolores, está saliendo extramatrimonialmente con la contable del gimnasio donde va la hija de ambos. Un escándalo. En seguida me doy cuenta que aquello es una competición a muerte entre las señoras de más de 60 años para ver a quien le duele más cosas y quien está peor. No me dejan participar a pesar de mi obesidad, mi alopecia, mis piedras en el riñon y la úlcera de cuando hablo en público. Dicen que todavía soy amateur. Curiosamente gana la misma que ganó el duelo a muerte a ver quien hablaba más, que es la misma que también es poseedora del record al mejor cardado. Una auténtica campeona. Una mujer le comenta indignada a la psicóloga, que hace las veces de peluquera, que le corte el pelo más de lo habitual. Que la última vez se cortó medio palmo y su marido ni se enteró. Ahí tuve que intervenir: se nos llena la boca diciendo que los hombres, gremio al que pertenezco, son unos superficiales, que solo leemos el interviu por las tetas y que no nos fijamos en el interior...Pero si solo nos fijamos en el interior y no vemos los cambios externos, también somos unos monstruos. Donde debía oir aplausos y vítores solo oí el secador de pelo. Nadie me había escuchado. Para que me ignoren me quedo en casa, gratis, pensé. Otra señora quiere un cambio radical, todas se miran como con pena. Una me dice que eso significa que tiene muchos problemas y que tiñendose el pelo de rosa es posible que se le pasen. La ciencia ha avanzado una barbaridad en ese tema desde la última vez que fui a una pelu. Una de las mujeres que va delante mío lleva 2 horas con un gorro de piscina con agujeros, de donde salen matojos de su pelo, al que después aplican tinte. Otra lleva más de una hora con la cabeza metida en un casco de aire caliente. Son las mismas que no tienen paciencia para hacer cola en el super y tratan de colarse. A la próxima que se me cuele y lleve una permanente perfecta le daré de hostias hasta que se le pase la incongruencia. Cuando ya creía que se habían olvidado de mí, cuando la desidia, mezclada con el olor a productos químicos, se metía en mi corazón y entablaban amistad con esa hambre característica de las tres de la tarde... cuando quería morir, me llamaron. La simpática peluquera me pide disculpas por la tardanza mientras me pone un babero enorme alrededor del cuello. Dice (aguantándose la risa como una campeona) que me va a lavar el pelo. Para quien no me conozca ni tenga ojos solo decir que me suelo rapar a 0,3 mm y que a lo mejor , en ese momento lo tenía a 0,5 y eso donde hay pelo, ya que poseo una coronilla que es a las coronillas lo que las ingles brasileñas a las ingles. Bueno, pienso, debe ser porque le doy asco y quiere asegurarse al menos de que tenga la cabeza limpia. No sería la primera vez que doy asco a una chica, lo asumo con total naturalidad. Me lava el pelo y me quedo frito. Pero no frito de duermevela, no. Frito en estado comatoso. Frito de despertarme porque la sra. Consuelo me hace sonidos guturales para que deje de roncar. Una vergüenza... Si no tuviera un babero puesto me iría corriendo lo más dignamente posible. Después me sientan en un sillón y empieza a hacer algo con las tijeras que no distingo a ver porque sin gafas veo menos que Steve Wonder en fin de año. Después me rasura detrás de las orejas y la nuca y me dice que ya ha acabado. 3 minutos 17 segundos. Me pregunta que qué tal y yo le digo que muy bien pese a que no me he puesto las gafas y no veo qué me ha hecho, en caso de que me hubiera hecho algo. 12 eurazos. A euro el pelo. Es verdad que cuando llego a casa me veo menos feo, pero después de la siesta ya estoy igual que antes de la pelu. La próxima vez me dejo flequillo, a ver que tal. PD: Esta reflexión puede contener trazas de realidad. Ningún hijo del cuñado del frutero de la Juani ha sufrido daño en el transcurso de esta investigación.