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Halloween y yo

  • Foto del escritor: jramonvera
    jramonvera
  • 12 oct 2018
  • 4 Min. de lectura

Hoy me he levantado dispuesto a hablar sobre la estupidez humana y de como afecta a las personas bípedas de bien... y es exactamente lo que voy a hacer, por fin. Sí amiguitos, hoy voy ahablaros de HALLOWEEN, esa combinación horrible del programa "La bola de cristal", de niños picando a los timbres y de calabazas con ojos. Como es sabido por todos, el Halloween es una celebración moderna resultado del sincretismo originado por la cristianización de la fiesta de verano, de origen celta, llamada Samaín. Lo que no se sabe bien es en que momento pasó de un sincretismo normal y corriente a un "truco o trato" irracional. Lo que está claro es que si es una mierda americana (no quería decir mierda, sino fiesta... Puto subconsciente) al resto del mundo le cuesta dinero (disfraz, adornos calabaza, chuches, etc...), esto es así. Halloween es una mezcla entre carnaval, una peli de terror y el azucar que se toma el día de reyes. Obviamente, de esta combinación atroz no puede salir nada bueno... Pero eso es Halloween. Cualquier mezcla de fiestas acaba en eso. Si yo pongo en una batidora un poco de acción de gracias, una peli española de los 80 y unas velas de Hanuka... También sale Halloween... Pero con Antonio Resines, que es mejor y le da categoría. Es lo que los científicos llaman "efecto tricoca": cualquier combinación de más de 3 colores, da el COlor CAca. Cambiad caca por Halloween y ya lo tenéis. ¿Por qué nos gusta Halloween? Decir que porque somos gilipollas es de P5 de ciencia, así que habría que indagar un poco más. Es obvio que el 98% de la población no se gusta así mismo y por eso se disfraza de otras personas, animales o cosas. En nuestro carnaval pasa lo mismo, así que no podemos echarle la culpa a los yankis si a tu vecino le gusta disfrazarse del zorro o de mandarina. Sigo... A la gente le gusta dar sustos, pero no sustos de "cariño, estoy embarazada" sino sustos de "Holiiii. Soy un psicópata asesino y te voy a matar con mi motosierra sin desinfectar". Realmente ya nadie se asusta, y menos en La Llagosta, que cogemos y le montamos un pollo a los psicópatas a los pies de su balcón, pero nos gusta creer que sí. También nos gusta pasar miedo. La historia está repleta de gente que busca las cosquillitas esas malas del estómago que anuncian temor. A veces incluso pagando, que da todavía más miedo. Todos conocéis a algún ser viviente que ve cine de terror o entra en pasajes de ese estilo, gente que disfruta en las atracciones de las ferias, gente que vota a seres malvados, que van en bici por carreteras o a personas que van a la playa. Nos gusta pasarlo mal. En Halloween puedes asustar y ser asustado y eso nos mola. También está el tema del azucar. Cualquier niño mataría a su padre con un hacha si supiera que puede conseguir chuches. Es lo que le hemos inculcado: "hijo, si dan comida gratis, lánzate, pide más. Aprender a hacerlo te será muy útil cuando vayas a Benidorm con el inserso". A medida que transcurre la noche, el azucar se mete en las arterias y en el cerebro de los niños y ya no basta con abofetearlos para que vuelvan en sí, hay que descuartizarlos con un cuchillo de untar mantequilla. Otra cosa que nos gusta mucho de halloween son las cucurbitáceas con caras talladas en ellas. Para comprobar lo estúpido que esto resulta solo tenéis que coger una berenjena o un pepino y hacerle ojos. Si no os cambia la vida, que no lo hará, es que es una gilipollez. En difinitiva, que Hollywood y sus referencias a halloween han conseguido lo que no pudo hacer la castañera o quien inventara los panellets, llegar al alma de los niños. Yo tengo la teoría que el personaje de la castañera, andando lentamente, corvada, persiguiendo a adolescentes tirándoles castañas, da para una película de terror... Lo dejo ahí por si algún brillante productor quiere recoger el guante. Halloween es el macho alfa de las fiestas y será difícil que deje de crecer entre nosotros. Ha venido para quedarse. Es una buena forma de dar salida a las calabazas, que, asumámoslo, no son del gusto del 93% de los homo sapiens patrios. Es una buena manera de reutilizar los disfraces de carnaval y que no te salga una úlcera de pensar que te has gastado 50 € en un disfraz de Harley Queen para tu hija y que solo se lo ha puesto una vez (los que se han casado o hecho la comunión estarán acostumbrados a comprarse trajes de usar y tirar, pero yo no). También es una forma de que tu granja de murciélagos sirva para algo, harto como estás de esperar que te salga un pequeño Batman. Por supuesto, es ideal si quieres ser un psicópata reconocido en el mundo entero. Un poquito de atrezzo, algo de perfomance, un poco de niebla, una buena arma y ¡Walá!... Ya tenemos al psicópata cajero de banco, vegano, vestido con un traje impoluto y que mata a sus víctimas con un boli del Banco Santander atado a una cadenita para que no lo robe nadie. Otra idea fantástica para productores sedientos de grandes ideas. Total... Que Halloween es otra de esas mierdas que hacen de mi vida un infierno.


 
 
 

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