Los superhéroes y yo
- jramonvera
- 17 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Buenos días, reflexioners. Hoy es un viernes tan bueno como otro cualquiera para hablar del considerado padre del existencialismo, ese hombre que reflexionó sobre la condición de la existencia humana, centrando su filosofía en el individuo y la subjetividad, en la libertad y la responsabilidad, en la desesperación y la angustia. Sí amiguitos, hoy quiero hablaros de KIERKEGAARD, el mejor filósofo de la historia según la última encuesta en forocoches. Como estamos ya en horario infantil y puede ser un tema acalorado donde las palabras malsonantes (como subjetividad) pueden airearse, he decidido camuflarlo en otro tema usando una metáfora continua... el de los Superhéroes, los filósofos con capas y capacidades tan molonas como volar, poseer la fuerza de mil bueyes o conseguir el gazpacho perfecto. Los superhéroes han existido desde los albores de la tierra, allá por los años 50. Siempre han existido bípedos con poderes ¿o pensáis que al que invento el fuego se le ocurrió la idea maravillosa de frotar 5 horas unos palitos a ver qué pasaba? Fue un ser que lanzaba fuego por los ojos ¿Creéis que los chinos iban a tomarse un descanso de sus bares y/o bazares para construir la gran muralla? Eso fue obra de una persona con fuerza sobrehumana y su curso acabado de oficial de primera ¿y qué me decís de lo de montar el mundo en 7 días? Por mucho bricomanía que uno vea, eso solo puede hacerlo un ser con omnipresencia, telequinesis y mucho tiempo libre. Los superhéroes están entre nosotros desde siempre, la historia está llena de sus luchas y sus milagros, pero no ha sido hasta la invención de las mallas que no se les ha dado la importancia que realmente merecen. Distinguir a un superhéroe no siempre es fácil porque si se ponen gafas son imposibles de reconocer. Sin embargo, mi equipo de investigación y yo hemos conseguido los datos suficientes para que podáis distinguir un superhombre/mujer nada más verlo (bueno... si vuela está claro que lo es). Voy a hablar a partir de ahora en masculino para generalizar, espero disculpen las molestias que esto pueda causar. Un superhéroe debe ser guapo o asquerosamente guapo (más que nada por si después hacen peli en Hollywood, ya que allí no hay feos). Si no tiene los músculos tan desarrollados como para marcarlos a través de la licra, debe llevar traje con abdominales marcadas en la propia ropa. El estilista de los Batman peliculeros o Ben Affleck les pueden ayudar con ese detalle. Calzoncillos por fuera y siempre de slip, nunca boxers. Aunque salven al mundo siempre habrá haters en twitter que quieran hacer sorna con los boxers. Eso, con los slips no pasa. Nunca se debe llevar ropa ancha por si se engancha en algún sitio al volar o por si no se te notan los musculos. Capa opcional. La cara debe ir tapada salvo si eres Thor y uno de tus superpoderes es la belleza suprema. Bota alta, siempre. Llevar mocasines o calzado deportivo no está bien visto, tampoco los calcetines blancos... por motivos estéticos obvios. Lo más importante es el logo del pecho. Lo ideal sería poner publicidad en esos pectorales tan bién definidos, pero si eres Superman y en el pecho te pones Pescadería Maricarmen, corres el riesgo de que se equivoquen al llamarte: "¿Es un pájaro? ¿es un avión? No, es Pescaderíamaricarmenman!!" o "Enciende la simagoseñal para que venga Simagoman". El logo debe ser guay, es tu carta de presentación. Menos en el caso de Miguel de la Cuadra Salcedo, los grandes superhéroes de la historia (Batman, Superman, Spiderman, Antman y demás combinaciones de animales asquerosos seguidos de la palabra man) tienen una cosa en común: Tienen dos personalidades... o alter egos, como a ellos les gusta llamarlo. Superhéroe de noche, persona normal de día. Cuando se quitan la máscara y la dejan tirada en el sofá, se les quitan los bultitos de las abdominales, tartamudean y ven Cuéntame, como todo hijo de vecino. Es ciertamente desconcertante. Suelen estar enamorados de chicas a las que les gusta, curiosamente, el "alter ego" musculoso y con lentillas. Al igual que las princesas Disney, no tienen padres biológicos vivos o si viven están en otro planeta o otro mundo, por lo que ir a verlos en navidad es una mierda. Cuando te sacas el carnet de superheroe en España, lo primero que te preguntan es el nombre y el superpoder. Piénsate mucho el nombre porque después te lo anglosajonizarán como a la Masa y al hombre araña, así que si vas a ponerte de nombre el Hombre ñu o el hombre caimán piensas que después serás Ñuman o Caimanman y es posible que no te tomen en serio. Lo del superpoder es opcional, si tienes pasta como el hombre de hierro o el hombre murciélago, no necesitas poderes, te los fabricas. Puestos a elegir, pide invisibilidad o poder parar el tiempo, tus siestas te lo agradecerán. Recuerda, la superpotencia sexual no es un superpoder, aunque mole. Para el carnet se valora muy mucho las picaduras o mordeduras de animales radioactivos, da puntos... Igual que ser de otro planeta. Como en todos los oficios, los superhéroes tienen una tabla de medir y de ser juzgados. A un dentista se le juzga por su habilidad para encontrar caries donde no las hay y a un actor porno se le juzga siempre por su capacidad a la hora de transmitir. Sabremos el nivel de nuestro héroe por lo guay que sea su archienemigo. Los villanos son la salsa de estas historias. Cuanto más alto rie, más malo. Cuanto más negro encontramos en su vestuario, peor persona y mejor enemigo. Un malote no puede ir de blanco o de rosa, eso es así. Tampoco puede ser más guapo que el superhéroe ni estar más cachas, aunque está muy bien visto ser más grande, llevar barba y ser superlisto. Si el villano quiere destruir el mundo solo por el placer de ver a la estatua de la libertad rodando por el hiperespacio, sabemos que estamos delante de un genio del mal, solo comparable a Gargamel, Mourinho, Terelu Campos o William Zabka (el rubio de Karate Kid). Buscamos ese nivel de causar dolor. Si solo quieren robar o matar a alguien son unos malos de mierda. Lo malo de destruir el mundo es que joden la posibilidad de una segunda parte para la peli, salvo una precuela. Espero que esta metáfora sobre Kierkegaard os haya hecho recapacitar sobre su figura.
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