Los amigos invisibles y yo
- jramonvera
- 14 dic 2018
- 4 Min. de lectura
Buenos viernes, reflexioners. Hay veces en la vida en que te mueres de ganas de hablar de un tema pero no te dejan. Hoy es uno de esos días. Mi mente y mi escafoide estaban preparados para escribir sobre el más grande, William Whewell, el gran teólogo, filósofo y científico británico conocido por ser el primero en emplear el término "científico" en lugar de "filósofo natural". Pero como todos sabéis a él no le gustaba ser el foco de atención y sus familiares me han pedido que si por favor puedo dejar de escribir sobre él. Yo les he dicho "¿Entonces de qué escribo? Tengo una sección que completar y a Roger Wilson, el famoso artista que me ilustra los dibujos, tratando de caricaturizar al bueno de William Whewell". Ellos, con un sobre difícil de cerrar del dinero que contenía, han zanjado el debate con un "Seguro que encuentras a algún amigo tuyo del que hablar". Pero...(snif)... No tengo amigos... así que sí amiguitos (sí, ya sé que en esta frase hay una incongruencia. Cosas de ser bipolar), hoy voy a hablar sobre LOS AMIGOS INVISIBLES, eso que se han inventado los vendedores de guantes y bufandas para poder dar salida a sus productos. Hubo un tiempo donde el amigo invisible, Papa Noel, el ratoncito Pérez, los Reyes Magos y el hombre que repartía droga en las puertas de los colegios, eran colegas. Compartían el oficio de regalar cosas, y como es un gremio pequeñito todos se conocían y se llevaban bien. Pero con el tiempo la cosa fue cambiando. A Papa Noel las cosas le iban bien y se compró un trineo full equip de 15 renos, el ratoncito Pérez encontró un filón vendiendo de estraperlo dientes humanos, los vendía caros cuando a él solo le costaban algún juguetito de mierda o un

as monedas, y a alguno de los reyes tampoco le fue mal ya que podía permitirse el lujo de regalar oro. Sin embargo el rey del incienso, el de la mirra y el amigo invisible veían como hasta el Caga tió se reía de ellos por tristes y pobres. Un día de borrachera decidieron unirse y así fue como hemos llegado a esto, que haces un amigo invisible y algún bípedo te regala incienso. Si consigues esquivar la bala de hacerlo en la cena de empresa, tranquilo, siempre tendrás un amigo, muy gracioso él, que llegados a Navidad dice lo de "¡hagamos un amigo invisible!". Todos callamos, nos miramos, bajamos la cabeza y nos decimos a nosotros mismos que esta vez no vas a caer. Total, ¡que se hace! Los que tienen la vida tan vacía que no les queda otra que llenar las agendas ajenas siempre ganan. "El máximo serán 15 euros", dice alguien tratando de minimizar gastos. A ver, tengo 41 años, ¿Qué coño me vas a regalar de menos de 15 euros que me vaya a gustar y que no me haya comprado yo ya? ¡Si una sola pizza ya vale más y ya tengo bufandas e inciensos de otras veces! Quedáis para cenar o comer y ahí nadie mira gastos. Estaría bien que los regalos fuesen de 60 euros máximo y darlos tomando un café, pero si lo digo yo es que soy un rancio o un tacaño. Con 60 euros ya puedes comprarte... No sé... Una práctica yogurtera o 4 libros de ese tal Jose Ramón Vera que tanto lo está petando. Pero no, tu no mandas, mandan la irracionalidad y los amigos que no tienen Netflix pero sí ganas de salir de casa una noche de diciembre. Cenáis y al final, con los cafés o las copas, a esa hora en que los camareros están deseando que alargues tu fiesta y le llenes el suelo de papel de regalo, os ponéis a dar las apetecibles cositas de menos de 15 euros. Empieza el espectáculo. ¡Oooooohhhhhhh! ¡Una taza! La gente empieza a gritar como si no hubiera visto una en toda su vida. ¡Oooohhhhhhh! ¡Una taza (otra) para el té y una caja con tés de varios sabores! Tu piensas que menos mal que no te ha tocado a ti, porque asumámoslo, el té es una mierda y no entiendes como gente adulta, que puede tomar café, toma una infusión de esas. Seguimos. A alguien le ha tocado algún regalito sexual, cosa que desata la curiosidad de algunas personas y las risas de otros... vaya... como si dijeras "Vulva" en P5. Un juego magnético para jugar en el coche, un pañuelo, 3 kilos de incienso y un solo regalo original y precioso, que no voy a decir por si me toca hacer amigo invisible este año y puedo regalarlo. Llega el momento de abrir tu regalo. Rezas porque sea una taza o un libro y no un gorro de lana o una bolsa de agua caliente para la cama. Lo abres fingiendo nervios y deseo... (??)... ¿Qué cojones te acaban de regalar? Parece una radio pero no lo es, dirías que es algo para el coche pero no estás seguro... Lo miras por todos lados intentando seguir sonriendo. Se hace el silencio hasta que alguien, delatándose como el comprador, te dice tratando de disimular "creo que es una batería externa". Estupendo, una batería externa, "¡¡lo que necesitaba!!" dices mientras miras con ojos golosos el juego magnético para el coche. Al acabar todo el mundo trata de averiguar quien es su amigo invisible. Esto es muy fácil si observáis con detenimiento los papeles de regalo. Los miembros de la misma pareja siempre lo envuelven con uno igual, el papel del corte inglés es el del pijo del grupo, el arrugado y mal envuelto es de un chico. Si está perfecto y pone una etiquetita con un nombre, es el de una chica... Pequeños detalles. Hay otra variante que es que los regalos se envuelvan con papel de periódico para dejar menos pistas, pero es igual. Los chicos seguimos sin saber envolver y usamos el Marca o el Sport para hacerlo (dependiendo de los colores de cada uno). ¿Pero sabéis que es lo peor? Que puedes guardar lo que te han regalado y regalarlo tú el año siguiente y nadie, incluido el primer comprador, se daría cuenta.
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