El bricolaje y yo
- jramonvera
- 14 ene 2019
- 5 Min. de lectura
Hoy quería hablar sobre "el equipo" en el sentido más grandilocuente de la palabra: la selección de curling de EEUU de los JJOO de Pieonchang 2018 formado por John Shuster, Tyler George, Matt Hamilton, John Landsteiner y el gran Joe Polo. Estaremos de acuerdo que este equipo lo forman quizás la mejor generación de barredores de la historia. Un lujazo verlos a todos juntos. Cuando estoy triste me pongo los vhs de la final olímpica y me vengo arriba. El caso es que creo que hoy era mejor hablar sobre ese cancer social que muchos se empeñan en endiosar y poner en la misma categoría que la gastronomía o el mismísimo curling. Sí amiguitos, hoy vamos a hablar del BRICOLAJE, esa pesada cruz que arrastramos los humanos que queremos un mundo mejor pero construido por otros. Fue hace mucho, antes incluso de que los bípedos usaran lonas grises en los 80 para cubrir los coches y protegerlos así del frío y el polvo, que Dios le dijo a Noé que debía construir un barco con sus propias manos y llenarlo de animales (los hijos y las nueras) y de fauna. Ni una triste llave allen de Ikea le dio para ello. Es así como nació el bricolaje, aunque el momento exacto de su creación fue cuando Noé le preguntó a su esposa de qué color quería el arca y ella le dijo que del que él quisiera... Y la cagó, obviamente. Nadie en su sano juicio hubiera pintado un arca de blanco roto pudiéndolo hacer de blanco crudo. El bricolaje, como el número de temporadas de GH, se nos está yendo de las manos... No a mí, que solo cojo un destornillador si tengo que quitarle a un CD el plastiquito, pero sí al resto. Llega un momento en la vida de un adulto en que creemos que queremos hacer cosas con nuestras propias manos, y no me estoy refiriendo a la masturbación. Hablo de poner una lámpara, pintar, arreglar una plancha, montar unas jardineras en el jardín, colgar un cuadro, construir un catafalco, cambiar un grifo o cualquier otra cosa que manche, canse o estrese. "El hacerlo tú mismo da mucha satisfacción" dicen unos, "yo lo hago para ahorrar" dicen otros, "es que me relaja" dice la mayoría, el caso es que hay una serie de personas, en su mayoría runners, ciclistas y/o veganos (si no me creeis, haced la prueba) que prefieren estar un domingo por la mañana transplantando geranios, o poniendo una estantería, que tomando café. Sin embargo nadie piensa que deban ir a un psicólogo para ver si les curan su hiperactividad. Darme a mí un taladro es peor que darle a Maluma un micro, eso es así. Un taladro es como un hijo, por mucho que lo intentes manejar con mano firme pero aflojando cuando hay que hacerlo, por mucho que no seas novato y ya lo hayas hecho más veces, sabes que lo enguarra todo, que hace ruido y que en algún momento va a joderte la vida. No recuerdo la última vez que usé un taladro y no traspasé la pared. No hay base científica para explicar mi torpeza pero creedme si os digo que no queréis que os ayude a montar un montar un mueble... Y menos si ese mueble lo queréis para poner cosas... y menos si esas cosas son de valor. La culpa, sin duda, de mi nula capacidad para el bricolaje es la falta de un cinturón de herramientas (y de herramientas, claro) y mi miedo a morir quemado, cansado o electrocutado. Lo único que sé hacer medio bien es cambiar bombillas y por lo visto esta proeza no merece vuestras loas ni vuestros elogios. Mi mujer se ríe porque quito la luz general para ello, no entiende que lo primero es la seguridad y la no electrocutación... Pero claro estamos hablando de una mujer que si tiene que cambiar la alcachofa de la ducha, la cambia sin que le salgan canas ni úlceras por ello, y sin llorar como hag... hace un amigo. Pasarse un fin de semana arreglando un jardín o pintando no es plato de buen gusto para nadie. Si lo fuera, cuando buscas gente para que te ayude, la encontrarías. Asumámoslo, es una mierda. Pintar, por ejemplo, es lo peor que ha hecho la humanidad, peor incluso que cuando decidió malgastar café en hacer carajillos. A ver... tardas como 6 meses en cubrir muebles y poner cinta en los marcos y llegado este punto ya estás hasta la polla. Empiezas a pintar, no queda bien pero sigues, salpicas justo en los sitios sin cubrir, sigues, no queda bien (te repite una voz en tu cerebro, generalmente la de tu pareja), otra capa, no queda bien y ya has gastado un bote, siguen viéndose las clapas y el armario bonito del comedor tiene ya un gotelé difícil de quitar, no queda bien, te tomas algo con alcohol, cafeína o cianuro a ver si se te pasa el mosqueo, vuelves a ponerte a pintar con la alegría que da la cafeína, el alcohol o el cianuro, ves que te dejaste un trozo de techo, pintas, no queda bien, llamas a tu amigo el manitas porque Dios no te ha cogido el teléfono, viene, acaba en un plis, queda bien... pero la voz de tu cerebro (la de tu pareja) dice que ese color no le convence y que habrá que cambiarlo, mueres... con dolor, resucitas porque al día siguiente hay que comprar pintura gris marengo para pintar sobre el gris perla. Mi equipo de investigación y yo hemos detectado el problema en el programa Bricomanía. Ves al presentador (que no cambia nunca de aspecto, ríete tú de Jordi Hurtado) que lo hace todo con una facilidad pasmosa y te vienes arriba porque te crees capaz de hacerlo igual. Ojo, es una trampa. Él tiene herramientas para hacerlo fácil y tú tienes un taladro viejo, un solo destornillador y un martillo con un clavo para que no se salga el hierro ¿Sabéis la frase de "con buena polla bien se folla"? Pues se la inventó el de bricomanía. El bricolaje ha separado a las familias. Que si " ayúdame", que si "mejor no me ayudes, tardo más en explicarte qué hay que hacer que en hacerlo yo". Que si "no hagas ruido que vas a despertar al bebé". Que si "a ver si arreglas la barandilla de la escalera, cualquier día nos matamos", que si hay que ir al funeral de la suegra porque se cayó por las escaleras... Los hijos, con 5 años quieren ayudarte pero molestan y con 13 huyen despavoridos cuando te ven con el lapiz detrás de la oreja y el metro en la mano. Cuando tu cuñado viene a casa solo ve defectos y te dice que eso es una chapuza y que ahora habrá que sanearlo todo. Aunque el verdadero motivo del divorcio originado por el bricolaje es que en la películas (o el programa ese de los gemelos que uno reforma la casa y el otro la vende) el que hace obras está cachas y el cinturón de herramientas le queda perfecto sobre su culo turgente... y encima sabe hacer bien su trabajo, el de bricolar digo. Sin embargo, después te ven a ti con chancletas y calcetines, pantalón de chándal, camiseta imperio manchada de pintura y mordiéndote la lengua cada vez que haces un esfuerzo y el mito se le viene abajo... Aunque el que lo dejes todo desperdigado y sucio para dormir la siesta o el "ya lo recogeré mañana", podrían tener algo que ver con los gritos y la histeria de tu pareja. Conclusión, cuando alguien os diga de hacer bricolaje, debéis haceros los muertos. PD: No lo he hablado con él pero el que ha hecho el dibujo, Roger Wilson, tiene pinta de saber hacer bancos y mesas con palés. PD2: Esta reflexión puede contener trazas de realidad. Me gustaría decir que nadie ha sufrido daño alguno en el transcurso de esta investigación, pero mentiría. Mi ego ha sido martilleado, taladrado, desmontado y lijado hasta la extenuación.

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