La felicidad y yo
- jramonvera
- 10 feb 2019
- 5 Min. de lectura
Hoy me había preparado un estudio sobre todas las anáforas, metáforas, polisíndeton, elipsis, hipérbatos, hipérboles y demás figuras literarias camufladas en la letra de "Mi novio es un zombi" de Alaska y Dinarama, pero he perdido la carpeta, donde lo tenía todo bien archivadito y con post-its, en el autobús. Es por ello que voy a hablar sobre algo mucho más trivial como es el estado de ánimo de las personas que se sienten plenamente satisfechas por gozar de lo que desean o por disfrutar de algo bueno. Sí amiguitos, hoy voy a hablar de LA FELICIDAD, eso que se acostumbra a confundir con música y alcohol y que para evitar dicha confusión habría que utilizar un sinónimo, como por ejemplo: café. Como sabréis, fueron los fenicios los primeros en abrirse una Coca Cola, comerse un bocadillo de bacon mientras veían un partido de básket y llamar a eso felicidad. Mucho ha cambiado el concepto a lo largo de los años, pero las sensaciones son parecidas: bienestar general, sonrisa perenne, resultado positivo en los analisis de estupefacientes y positivismo aberrante. La ciencia no ha encontrado explicación alguna a dicho placer trascendental pero mi equipo de investigación y yo hemos conseguido documentación necesaria en los archivos secretos de FBI para poder desgranar los misterios de la felicidad. Parece ser que la felicidad es una medida de bienestar subjetivo (autopercibido) que influye en las actitudes y el comportamiento de los bípedos. Las personas felices muestran generalmente un enfoque positivo, al mismo tiempo que se sienten motivadas a conquistar nuevas metas, autoengañándose a ellos mismos. Al contrario que las personas que no sienten ningún grado de felicidad, que se muestran negativos, sintiéndose frustradas con el desarrollo de su vida, atribuyendo la culpa al resto de la sociedad con la que conviven. Para que todo el mundo me entiendan podríamos resumirlo en que la esencia de la felicidad parece provenir de un orgasmo mal curado, es decir, que si estás bien follado (ya sea solo, en pareja o en grupo) dificilmente se te quitará la sonrisa de la cara y te creerás capaz de follar todavía más o de cantar Bohemian Rapsody haciendo todas las voces. En cambio, los que nos negamos a ser felices para poder seguir viendo la mierda de mundo con fiestas populares en el que vivimos, nos cuesta Dios y ayuda ver el vaso medio lleno y echaremos la culpa a la sociedad, a VOX o al VAR de haberse bebido la parte que falta del vaso. Un follón, en definitiva. Paulo Coelho parece ser el portavoz de los que se sienten felices o aspiran a serlo, pero me niego a citar frases suyas en este espacio. Cuestión de principios. Así que empiezo hablando de otros señores. Aristóteles, por ejemplo, consideraba que ser feliz es ser humano en el más pleno sentido de la palabra. Epicuro, por el contrario, decía que el placer mueve a los humanos a obrar, buscando así la felicidad... Pero ambos eran filósofos y como tales no tenían ni puta idea de vivir la vida porque asumámoslo, si quieres ser feliz ¿te vas a hacer filósofo? ¿conocéis a algún filósofo feliz? Es más... ¿conocéis a algún filósofo divertido? Siiiiii, ya sé que me diréis que Schopenhauer era un cachondo pero no sé si podríanos clasificarlo como feliz si el concepto de felicidad que tenemos es el de Ronaldinho. Para hablar de ser feliz debemos alejarnos lo más posible de todo lo que tenga que ver con pensar, eso es así. Si piensas, luego existes... corres el riesgo de existir triste. Para mí, la felicidad es esa sensación placentera que te da cuando bates el record del tetris, te encuentras un billete de 5€ en el bolsillo, te dice tu hija que ya no quiere más pizza (y te la ofrece) o cuando vas al dentista y te dice que estás perfecto, que no tienes ninguna caries, que vuelvas a la revisión en un año y que son 0 €... ¡Ojo! Es una sensación muy parecida a cuando te tapas en el sofá para ver Grease o a cuando se te pasa un cólico nefrítico, solo que no es igual. No dan la misma alegría. Una cosa es felicidad y otra, muy distinta, el placer. Hay tres clases de persona feliz. Por un lado está el que lo es de verdad: niños y tontos. Este último es feliz porque no da para más y porque vivir en la inopia es maravilloso. Un buen ejemplo sería Rajoy. Después está el que ha hecho cosas que se supone que le hacen feliz y su cerebro reptiliano le hace creer que, efectivamente, lo es. Como cuando uno va a la playa, atiborrada de gente, se estira en la arena ardiendo y dice que eso sí es vida. El caso es que se lo cree tanto que acaba siendo feliz unos minutos, hasta que se da cuenta que es gilipollas. Por último está el feliz de bote. Ha decidido que quiere ser feliz, que debe aparentar serlo y no va reparar en gastos para conseguirlo. Va por ahí diciendo que no ve la tele, que se ha apuntado a clases de guitarra, que hace ejercicio, que aparca en la puerta siempre, que se fue al paro para evitar el estrés, que folla de forma habitual, que le encanta el brócoli, o que para ser feliz solo necesita un huerto y un buen libro. Todos conocemos a alguno de estos. No os dejéis engatusar por su palabrería y su sonrisa permanente: pasa hambre, está en paro porque le pillaron fumando maría, el brocolí se lo come con panceta, tiene chandal pero su único ejercicio es bajar con él puesto a por el pan... pero sobretodo, lo del huerto ¿cómo cojones se supone que un huerto te hace estar más contento si tienes que agacharte, trabajar y mancharte? Debéis huir de esta gentuza, lo suyo es contagioso. Lo importante es tener los pies en el suelo, saber que la felicidad es efímera y que se va con la prinera persona con dinero que se cruce por su camino. Hay quien dice (homeopatas, católicos y demás personas con gran poder de autoengañarse) que el dinero no da la felicidad, pero todos sabemos que esto no es cierto. Es muy bonito pensar que se puede ser feliz siendo mileurista, con el final de la hipoteca más lejos que unos hipotéticos JJOO en Madrid, haciendo malabares para comer, ir a la pescadería y tomar café, pero asumámoslo, eso es una quimera. La felicidad es cara y el bienestar, su marca blanca, solo es alcanzable si te da igual comer mal, vestir ropa vieja y rota, leer el marca on line y no cambiar nunca tu viejo coche sin dirección asistida... Es decir, el bienestar solo es posible si te da igual ser feliz. Fin de la cita. Recordad que los únicos verdaderamente felices son los niños y es porque no saben la que les espera adultos... y porque pueden comer donuts sin engordar.
PD: Me llena de gozo, satisfacción y felicidad anunciar que Roger Wilson ha hecho el dibujo y saber que no tiene ningún huerto. PD2: Esta investigación puede contener trazas de realidad. Ni Aristóteles ni Epicuro ni Ronaldinho han sufrido daño alguno en el transcurso de la investigación... Sobretodo Ronaldinho.
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