San Valentín y yo
- jramonvera
- 27 feb 2019
- 5 Min. de lectura
Sé que muchos esperáis con ansia una reflexión sobre la cuesta de enero (pros y contras), pero eso ya es pasado y la actualidad manda siempre en esto del pseudo-periodismo social y científico que tan alegremente práctico, así hoy he decidido hablar de esa americanada almibarada que nos hemos empeñado en llamar EL DÍA DE LOS ENAMORADOS o SAN VALENTÍN porque "14 de febrero" ya estaba cogido. Sí amiguitos, hoy voy a hablaros de ese día tan asqueroso y devastador que el calendario necesita 2 días de reposo absoluto (29, 30 de febrero) para recuperarse. Algun listo dirá que ya hablé del amor con anterioridad en un nefasto poema-reflexión y pensará que me estoy repitiendo. Nada más lejos de la realidad, el amor no tiene nada que ver con el día de los enamorados como tampoco tiene nada que ver el hambre con comer. Una cosa es el amor y otra una cena romántica a la luz de las velas. La primera tiene que ver con los sentimientos, la segunda con las ganas de llevar a alguien al huerto... o un posible corte del suministro eléctrico por falta de pago. Pero empecemos por el principio. Todo empezó hace mucho tiempo. Fueron los visigodos los primeros en explicar de que iba este día: "cuando un papá humano y una mamá paloma se quieren mucho y el papá pone una semillita en la mamá, nace un ser alado al que siendo niño le dejan lanzar flechas a desconocidos que, desconcertados, se lanzan en brazos de la primera persona que pasa por allí buscando auxilio porque... ¡Le acaban de lanzar una flecha! ... Y cae rendido a los pies de su salvador(a). A ese ser alado lo llamaron San Valentín ". Cosa de visigodos. Mi equipo de investigación y yo, hemos decidido analizar este día para ver si en el futuro conseguimos que deje de celebrarse. Llega un momento en la vida de un ser humano medio, bípedo él, en que por fin logra follar de forma habitual y gratis. Es lo que los científicos llaman: tener pareja. El caso es que llegados a este día alguien te pregunta "¿Qué le vas a regalar? Un sudor frío recorre tu frente, nadie te había dicho que debías comprar algo. Y si fueran dos paquetes de donettes, aún dices "bueno... Vale", pero nunca se refieren a cosas con aceite de palma. El amor es algo bonito, es esa sensación parecida a cuando acabas una atracción mortal de Portaventura y te alegras de estar vivo. Las mal llamadas mariposas en el estómago (yo creo que es, más bien, como tener aves carroñeras dentro de ti) te hacen sentirte especial... Pero especial no en plan "¡¡uy!! Me depilo la espalda, que especial soy", sino en plan "¡tengo una cita con Ursula Corberó, calzoncillos nuevos y una docena de condones... ¡esto va a ser muy especial!"... a esa sensación de inmortalidad, nervios, presión y emoción me refiero. Pero seamos científicos, esto dura lo que dura dura. Lo que sientes después ya es otra cosa. Igual de bonita, pero otra cosa. Aquí es donde entra el monstruo alado armado y su puñetero día. Pasas entonces a tener que ponerte una fecha en el calendario para recordarte que debes querer a esa persona que ve a tu lado "Cuéntame" desde las primeras temporadas. Como ya no puedes gastar 12 condones en una sola noche ni el/ella te va a creer por las buenas sobre la cantidad indecente de amor que sientes hacia su persona, te obligan (la publi, la tele, la sociedad, Dios, Eros y Cupido y el disco de boleros de Moncho) a demostrar tu amor de otra manera que no sea, en el caso de los chicos, una erección continua, y en el caso de las chicas... lo que se supone que sienten las chicas para demostrar pasión. Aquí es donde entra la tarjeta de crédito. A ver... ¿Dónde pone que hay que regalar algo a tu pareja? ... ¿y por qué hay que hacerlo? Estaremos de acuerdo todos que la humanidad es idiota, pero el 14 de febrero todavía más, eso es así. Merecemos la extinción, somos imbéciles y debemos ser destruidos. Hay personas que creen que recibir un regalo en San Valentín es de querer mucho, en cambio hacerlo el 10 de junio, día internacional del pato, no. Esas personas piensan que decir te quiero sin nada material envuelto en papel de regalo es tan insustancial, o más, que una acelga. Estas son las personas, no lo olvidéis jamás, que mueven el mundo, para mi desgracia. ¿Que hay que regalar en San Valentín? Os preguntaréis... Pues bien, todos sabemos que mientras más caro sea el regalo, más se quiere a esa persona. Con una poesía de tu puño y letra, estás perdido y pasas a ser otra vez solter@, porque a ojos de tu expareja, ya no tienes 10 años. Con un detallito (unas flores, unos bombones, etc...) puedes cubrir expediente, al menos hasta que tu compañer@ sentimental se encuentre a un amig@ y le digan que su regalo ha sido "Proyecto Verne" o una escapadita romántica. En este caso huye, porque se acaba de dar cuenta tu media naranja de que no la quieres lo suficiente. Si regalas una cena está bien, mojas seguro esa noche, es de esos días que "toca". Si regalas una joya es posible que hasta probéis cosas nuevas en la cama (bondage, anal, bukake, beso negro, fisting, trios, o intercambios de pareja) pero ojo, si le regalas un viaje a NY... Te la cargas porque ¿cómo se te ocurre gastarte tanto dinero? Es francamente desconcertante el no saber dónde está el límite. Algun@ dirá que reducir ese día a una cosa meramente material, como yo estoy haciendo ahora, es muy triste e injusto. Efectivamente, igual de injusto que el que esté "feo" regalar donettes. El enamorad@ racional, ese animal mitológico, es un apestad@ que tiene que decidir qué hacer. Tomarse una pastillita azul y pasar por el estrecho aro del Corte Inglés con tal de ver a la persona que ama contenta y asegurarse vivir por lo menos hasta la fecha del cumpleaños de su enamorad@, o bien, la pastillita roja y decirle al sistema que "una mierda pa' ti", llegar a casa con las manos vacías y en lugar de entregar tu corazón a tu ser querido que te lo arranquen a bocados del pecho y se lo den de comer a tus peces Mari carmen y Jose Luis. Con la primera opción vivirás en matrix tranquilamente con sus Halloweens, sus carnavales y sus mierdas festivas, con la segunda morirás solo... ya que solo en matrix puedes echar un quiqui. Esta reflexión ha sido patrocinada por el Corte Inglés, empresa que vio como en febrero bajaban las ventas y si querían tener más futuro que Juan Camus o los parches para ojos vagos color carne que se ponía antes a los niños, debían inventarse algo... Algo muy gordo... Al menos algo

lo suficientemente gordo como para que le diera para sobrevivir hasta el día internacional del pato, que es cuando verdaderamente lo petan. PD: Y yo, que soy un romántico, como habréis podido adivinar por mi acento, me he enamorado de este dibujo de Roger Wilson. PD2: Esta reflexión puede contener trazas de realidad, ningún pato ha sufrido daño alguno en el transcurso de la investigación pese a que tuvimos uno al que atiborramos de esas pastillitas azules. No sé si estará ahora mismo en Matrix, pero mantiene conversaciones filosóficas muy interesantes con los dragones de nuestro pasillo.
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